Debemos tener en cuenta que el llamamiento del Espíritu Santo es de seguir a la madurez. Para que esto suceda debemos poseer fundamentos espirituales bien cimentados por que la doctrina de la imposición de manos es un progresión de las primeras tres verdades fundamentales. Por que esta verdad vuelve a dirigir la atención de nosotros mismos a los demás para que podamos ser instrumentos de la bendición de Cristo. La imposición de manos puede ser definida como un acto en el que una persona pone la mano sobre el cuerpo de otra por algún propósito espiritual concreto. Este acto va acompañado de oración, de dar una palabra profética, o de ambos.
En el Antiguo Testamento los israelitas imponían sus manos en sus sacrificios antes de matar los animales para significar la transferencia de pecado e identificación con la ofrenda por el pecado. (Levítico 1:15). También Moisés comisionó a Josué para la imposición de manos, impartiéndole su autoridad y sabiduría, aquí podemos notar entonces la transferencia de liderato y transmisión de una medida de sabiduría y honra para poner a Josué en condiciones de ser líder (Deuteronomio 34:9), (Números 27:15-23), (Josué 1:16-17).
La imposición de manos es una parte de un cuerpo en funcionamiento, recibiendo vida de Jesús, la Cabeza, y liberando e impartiendo esa vida por las manos. El poder de Cristo resucitado para sanar, para ministrar, o dar bendición reside en la vida de todo discípulo de Jesús lleno de Espíritu, y en especial en el liderato escogido por Dios, ese poder es liberado por la imposición de manos. Hay una corriente de vida (energía, poder) divina cuando imponemos manos a alguien cuando hay fe, tanto en el que recibe como en el que impone las manos. (Marcos 5:25-30). Si vivimos en obediencia a Dios, entonces no deberíamos tener miedo de que ningún mal nos sea impartido por la imposición de manos.
Para recibir algo de Dios, se requiere fe, por que al servir a Dios y dar a los demás por medios tales como la imposición de manos, entonces recibiremos más de Dios para habilitarnos para dar otra vez. Dios quiere poner su llamamiento en la vida de mucha gente y luego habilitarles en ese llamamiento para que el cuerpo de Cristo sea edificado y crezca.
EDWIN KAKO VAZQUEZ
ESCRITOR E HISTORIADOR
CRISTIANO
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